sábado, 22 de agosto de 2009

METODO EMPRESARIAL


La teoría de las inteligencias múltiples es un modelo propuesto por HOWARD GARDENER en el que la inteligencia no es vista como algo unitario, que agrupa diferentes capacidades específicas con distinto nivel de generalidad, sino como un conjunto de inteligencias múltiples, distintas e independientes. Gardner define la inteligencia como la "capacidad de resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas".

Primero, amplía el campo de lo que es la inteligencia y reconoce lo que se sabía intuitivamente: Que la brillantez académica no lo es todo. A la hora de desenvolverse en la vida no basta con tener un gran expediente académico. Hay gente de gran capacidad intelectual pero incapaz de, por ejemplo, elegir ya bien a sus amigos; por el contrario, hay gente menos brillante en el colegio que triunfa en el mundo de los negocios o en su vida personal. Triunfar en los negocios, o en los deportes, requiere ser inteligente, pero en cada campo se utiliza un tipo de inteligencia distinto. No mejor ni peor, pero sí distinto. Dicho de otro modo, Einstein no es más ni menos inteligente que Michael Jordan, simplemente sus inteligencias pertenecen a campos diferentes.

Segundo, y no menos importante, Gardner define la inteligencia como una capacidad. Hasta hace muy poco tiempo la inteligencia se consideraba algo innato e inamovible. Se nacía inteligente o no, y la educación no podía cambiar ese hecho. Tanto es así que en épocas muy cercanas a los deficientes psíquicos no se les educaba, porque se consideraba que era un esfuerzo inútil.

Considerando la importancia de la psicología de las inteligencias múltiples, ha de ser más racional tener un objeto para todo lo que hacemos, y no solo por medio de estas inteligencias. Puesto que deja de lado la objetividad, que es el orden para captar el mundo.

La educación contiene elementos que son propios de cada cultura. Sin embargo, el elemento común en los sistemas educativos es la formación y el desarrollo de las personas para lograr la reproducción de la sociedad (Llinás,1997: 90). Según Durkheim, la educación se entiende como "un conjunto de prácticas e instituciones que se organizan lentamente en el curso del tiempo en estrecha relación con las demás instituciones sociales. Su objeto es suscitar y desarrollar en los individuos cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que exige de él la sociedad política y el medio especial al que está particularmente destinado...” (Cataño, 1989: 13). Durkheim reconoce la función social de la educación, función que se cumple dependiendo de la coherencia del sistema educativo, el cual debe buscar permanentemente un método para inducir a "aprender", a "pensar" debe guiar a la persona a buscar la verdad por sí misma, y no sesgarla con una "verdad" ya construida; debe proporcionar al individuo una formación que le permita explorar, buscar, cuestionar y generar los conceptos que como individuo se siente impulsado a concebir o examinar (método científico).

La educación basada en conceptos debe complementarse con los principios que hacen que el individuo sea coherente con su condición humana y social, y que lo dotan de habilidades que le permiten modificar las instituciones o la sociedad cuando se alejen del interés colectivo o cuando las cosas o los fenómenos sean contrarios al desarrollo humano. Además de la dimensión ético-axiológica, es necesario definir las habilidades específicas que ha de desarrollar la educación para formar los ciudadanos del siglo XXI (véase Gómez Buendía, 1998: cap. 6,7 y 8). Estas habilidades configuran los requerimientos mínimos para que el individuo pueda enfrentar los retos del siglo XXI y consisten en el desarrollo de competencias básicas (lecto-escritura, expresión oral, cálculo y solución de problemas y la capacidad de comunicar ideas y conceptos), la formación de la personalidad y la formación para el trabajo, la ciencia y la tecnología. El logro de estas habilidades depende de la capacidad crítica y el desarrollo de la alta inteligencia, lo que se logra cuando se producen unas condiciones diferentes pero complementarias: saber por saber (desarrollo del espíritu); saber para hacer (saber eficaz), que requiere un pensamiento lógico, capacidad de comunicar pensamientos e ideas, capacidad para generar juicios relevantes y capacidad para discriminar valores; y, por último, saber reflexionar (desarrollo del intelecto) (Gómez Buendía, 1998: 216-224).

En otra perspectiva del desarrollo humano, Howard Gardner expone la teoría de las inteligencias múltiples reconociendo siete categorías: inteligencia lingüística (capacidad para expresarse en forma oral y escrita), inteligencia lógica y matemática (capacidad para aplicar el conocimiento de los números y de razonamiento científico); inteligencia espacial (percepción del mundo visual y espacial); inteligencia física y cinestética (capacidad para expresar ideas y sentimientos por medio del cuerpo), inteligencia musical (capacidad para percibir, distinguir, transformar y expresar por medio de la música); inteligencia interpersonal (capacidad para percibir, conocer y comprender a los semejantes); e inteligencia intrapersonal (conocimiento de sí mismo, autocrítica, autoestima). Según el autor, se desarrollan en el individuo dependiendo de características (no jerarquizadas) que corresponden a las particularidades y habilidades del ser como sujeto único e irrepetible, y amplían las posibilidades para su desarrollo. La educación debe reconocer y cumplir los requerimientos de la sociedad global expuestos por el PNUD, además de considerar la pluralidad de aptitudes y desarrollar las inteligencias múltiples, lo cual depende de la capacidad y diversidad del proyecto educativo.

Capacidades humanas

El mundo de hoy reclama un proyecto social más equitativo, menos alienante, basado en el Humanismo Científico y en el Ciudadano del mundo que reclama el Informe de Faure1. Consecuente con esta demanda, Amartya Sen aporta una de las perspectivas más progresivas en torno al desarrollo humano, al proponer el concepto de ¨Capacidades Humanas¨; este concepto implica el Capital Humano pero lo trasciende, y reconoce que el individuo (dada una educación pertinente y de calidad) aumenta su productividad y además refuerza capacidades que le posibilitan el goce de una auténtica libertad y el aprovechamiento de oportunidades. “El primer concepto (capital humano) se concentra en el carácter de agentes (agency) de los seres humanos que por medio de sus habilidades, conocimientos y esfuerzos, aumentan las posibilidades de producción y el segundo (capacidades humanas) se centra en su habilidad para llevar el tipo de vida que consideran valiosa e incrementar sus posibilidades reales de elección. Ambas perspectivas están relacionadas porque se ocupan del papel de los seres humanos y, en particular, de las habilidades efectivas que éstos logran y adquieren” (Sen, 1998: 67-72).

Se hablará de “capacidades humanas” como un concepto integral que implica las posibilidades del ser humano y su desarrollo fundamentado en una educación basada en conceptos, aptitudes, principios, habilidades e inteligencias. Entendiendo que las "Capacidades humanas" involucran el proceso vital del ser humano, puede hablarse de un proceso de "educación para toda la vida", concepto que se explica en la necesidad social de formar permanentemente el capital humano según la dinámica del desarrollo científico, tecnológico y social. Se habla entonces de la "educación para toda la vida" como una respuesta a la innovación del proceso productivo y la dinámica social; no obstante, sin desconocer que la educación debe responder a ciertas demandas del aparato productivo y de la sociedad, su principal objetivo es el hombre mismo; por ello parece más pertinente hablar de la "educación como proceso vital" ya que no enmarca algo ya hecho o construido sino que sugiere un proceso inacabado, a partir del cual el individuo toma de la sociedad lo que a su parecer le permita "ser" humano.

El primer actor formador en este proceso vital es la familia; de ella depende la socialización del individuo (Savater, 1997: 55-87) y la construcción inicial de los valores. El segundo actor, la sociedad, lleva al hombre a adquirir conocimientos, a reforzar y desarrollar capacidades y destrezas en los ámbitos del todo social; en este proceso las personas adquieren los códigos básicos para interpretar a la naturaleza, a la sociedad, a sus semejantes, de acuerdo con unas instituciones o reglas de juego (Cataño, 1989: 13). El tercer actor es el Estado, cuya función en el sistema educativo es construir, guiar, regular, acreditar, evaluar con los demás actores sociales el proceso de formación, de modo que sirva al desarrollo íntegro del individuo y al interés colectivo. El cuarto actor está conformado por el sector productivo y las organizaciones; éstas deben ampliar las posibilidades de desarrollo e integrar a la persona al proceso económico.

El anterior juego de actores de la educación no conduce a nada si no existe un hilo que articule los esfuerzos del proceso educativo para el logro de objetivos colectivos e individuales, lo que resulta posible si media el consenso de los actores sociales en torno al proyecto de nación (Llinás, 1995: 127). Expuestas las anteriores consideraciones, se puede hablar de cómo la educación está ligada a la construcción de las naciones desarrolladas; dichas naciones, en su mayoría, fueron construidas con base en un proyecto (Gómez Buendía, 1998: 18) soportado en un sistema educativo, moral y ético; la educación brinda a las sociedades unos bienes públicos que se pueden entender como “satisfactores” para hablar de un concepto amplio de calidad. Entre otros, la educación brinda una mayor capacidad para crear, desarrollar, transformar y elegir colectivamente unas instituciones transparentes y consecuentes con las necesidades sociales; en términos económicos, es la vía para construir las capacidades y habilidades humanas que requieren el sector productivo y la sociedad, para desarrollar capacidad de demanda interna (sostenible), para lograr inserción favorable en los mercados internacionales siendo competitivos. Permite adaptar y empoderar al sistema económico en la globalización, y conocer, apropiar y aprovechar benéficamente los recursos naturales de un país, sin comprometer el goce de estos recursos por parte de las generaciones futuras.